martes, 14 de junio de 2011

Textos que me gustan 4: Maquiavelo, El Príncipe

[...] Esto nos conduce a una cuestión que está en disputa: ¿Es mejor ser amado que temido, o viceversa? Mi contestación es que uno debería ser amado y temido; pero, puesto que es difícil satisfacer ambas al mismo tiempo, sostengo que es más seguro ser temido que amado, si uno se ve obligado a excluir una de las dos opciones. Pues, un hombre puede, en general, decir esto: ellos son desagradecidos, volubles, falaces y engañosos, eluden el peligro y desean obtener ganancias. En la medida en que uno sirva a sus intereses son fieles. Prometen su sangre, sus posesiones, sus vidas, y sus hijos, como dije antes, en la medida en que uno no parezca necesitar de ellos. Pero, tan pronto uno requiera de ellos se vuelven contra uno. 

Cualquier gobernante que confíe simplemente en sus promesas y no tome ninguna precaución será destruido. Pues uno descubrirá que a los que se les ha comprado su favor, no acudirán a apoyarlo porque admiren su fuerza, carácter o nobleza de alma; ellos son personas a las que se les paga, pero nunca serán de uno, y al final no se obtendrá el beneficio de la inversión. 

Los hombres temen menos ofender a alguien que se hace querer, que alguien que se hace temer. Ya que el amor ata a los hombres con lazos de obligación, que (en vista de que los hombres son perversos) rompen siempre que sus intereses están en juego. Pero el miedo limita a los hombres porque temen ser castigados, y este miedo nunca los abandona. Empero, un gobernante deberá hacerse temer de tal manera que, si no inspira amor, al menos no provoque aversión. Ya que es perfectamente posible ser temido sin ser odiado. Únicamente se le odiará a uno si  se apodera de la propiedad o las mujeres de sus súbditos y ciudadanos. Siempre que mate a alguien, asegúrese de tener una excusa adecuada y una razón obvia; pero, sobre todo, mantenga sus manos fuera de la propiedad de la gente; pues las personas olvidan más rápido la muerte de su padre que la pérdida de su herencia.

El texto de hoy pertenece a una obra controvertida en su época y que sigue hoy en día suscitando opiniones encontradas. Maquiavelo escribió El Príncipe en 1513, aunque no se publicó hasta 1532, cuando su autor ya había fallecido. Está concebido como "manual" para futuros gobernantes, algo muy del gusto del Renacimiento, donde era muy frecuente escribir tratados sobre cómo debía ser el rey ideal, la mujer ideal, el príncipe ideal... Sus ideas, sin embargo, no eran tan tradicionales. La máxima "el fin justifica los medios" sigue generando debate en la actualidad. En este fragmento, Maquiavelo, insta a los gobernantes a ser temidos por el pueblo como medio de mantener el control y salpica su razonamiento de ejemplos en los que, desde mi punto de vista, retrata perfectamente la condición humana, y es eso lo que me gusta del texto. Una vez más vemos que no somos tan diferentes de nuestros antepasados. ¿Ustedes qué opinan? ¿Están de acuerdo con Maquiavelo?

5 comentarios:

  1. Oíga, pues así como lo escribe Maquiavelo parece que tiene más razón que un santo. No le falta razonamiento, y parece que lo que tiene es más mala fama que otra cosa este hombre.
    Es un clasico -El Principe- que no he leido y este pequeño fragmento me ha dado muchas ganas.

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  2. Estoy muy de acuerdo con Maquiavelo, creo que esta en la condición humana ser así.

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  3. ES una gran obra no tanto porque esté de acuerdo con muchas de las cosas que dice, sino porque hace reflexionar sobre la naturaleza humana. El texto escogido es muy acertado.

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  4. Maquiavelo -no solo en ete texto- habló siempre con gran sinceridad. Lo único que cabe reprocharle -y no es poco- es que no se aplicó sus consejos a sí mismo; siempre sirvió al serñor que más le convino y participó de las contradicciones de su época.

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