jueves, 27 de enero de 2011

La Princesa de Éboli: haciendo historia

Si en el post anterior hablábamos del trabajo en el archivo de manera metafórica, hoy les ofrecemos un ejemplo de cómo se hace HISTORIA.

Esta semana he asistido a un seminario impartido por el profesor Trevor Dadson del Queen Mary de Londres en el que nos ofreció las últimas novedades de su investigación y que yo escuetamente les voy a transmitir. 
Por tanto, la información que aparece en este post es inédita.

El profesor Dadson comenzó hace más de 30 años a estudiar la poesía de Diego de Silva, un poeta del Siglo de Oro español. Diego era el hijo favorito de la Princesa de Éboli. A partir del estudio de su poesía, se fue interesando además por su vida, y buscando en Archivo Histórico Nacional (AHN) información sobre Diego, encontró, por casualidad, en el fondo Osuna (que, para los que no lo sepan, es un fondo compuesto por unos 9000 legajos poco o mal catalogados, o sea, inabarcable e imposible de trabajar sistemáticamente) 2 memoriales desconocidos de la Princesa de Éboli y comenzó a interesarse más por ella.

Más adelante hablando con una colega, se dieron cuenta de que ambos tenían mucha información sobre Doña Ana de Mendoza que estaba inédita y de ahí nació el proyecto de publicar todos los documentos que llevasen la firma de la Princesa. No los que hablasen de ella, sino los que ella misma escribió o los que mandó redactar y firmó de su puño y letra.
Al comienzo de la investigación se conocían unos 47 documentos entre cartas y documentos notariales. Hoy la cifra se eleva a 420.

La búsqueda por diferentes archivos y bibliotecas ha sido titánica, y aún quedan cartas que se sabe que existen pero no se sabe dónde están. En cualquier caso el resultado es fabuloso.
De una cifra ínfima a una ingente. Y lo que es más importante: cambia sustancialmente la imagen que se tenía de ella. Así se hace la historia.

La Princesa de Éboli, Doña Ana de Mendoza 1540-1592 (más datos de la imagen tradicional aquí)  pertenecía a una de las familias más importantes de la Castilla del siglo XVI. Muy joven se casó con Ruy  Gomez de Silva y tuvo seis hijos. Era muy guapa y muy culta, y su rasgo característico era el parche que llevaba en su ojo derecho, que perdió o se dañó de niña.
Hasta la muerte de su marido se puede decir que su vida transcurrió apaciblemente, pero al quedarse viuda con seis hijos las cosas cambiaron radicalmente para ella. Tuvo que defender su posición y la de sus hijos de los que querían, aprovechando la debilidad jurídica y social de una mujer sola, hacerla a un lado.

Pero la Princesa es conocida por su supuesto affaire con Antonio Pérez, secretario de Felipe II y su supuesta participación en la muerte de Juan Escobedo, tema del que hablamos aquí. Fue encarcelada en 1579 por orden de Felipe II, que actuó contra ella con una dureza inusitada y vivió recluida para el resto de su vida.
La literatura, el cine y la televisión se han ocupado de su figura, pero distorsionando la realidad o apegándose a clichés trasnochados. El último ejemplo es la miniserie que Antena 3 le dedicó, donde el rigor era tan escaso que aparecía con el parche en su ojo izquierdo en lugar de en el derecho.

Ana de Mendoza por Sofonisba Anguissola

Belén Rueda en la serie de Antena 3
Con la nueva información que aporta Trevor Dadson, ahora sabemos que mantuvo durante muchos años una muy buena relación con Juan de Escobedo, por lo que es difícil de creer que tuviera algo que ver con su muerte. También es muy improbable que mantuviera ningún tipo de relación amorosa con Antonio Pérez, ya que no existe ningún documento que apoye este rumor, ni siquiera sus múltiples enemigos hicieron nunca referencia a ello.

Fue una excelente administradora de sus bienes y de los bienes de sus hijos. A pesar de que al quedarse viuda no tenía ni idea de llevar las cuentas, fue aprendiendo poco a poco y movió adecuadamente su dinero para no caer en la ruina.
Doña Ana a través de sus cartas se muestra como una mujer muy orgullosa, muy consciente de la grandeza de ser una Mendoza y con un carácter muy fuerte.
Existen documentos que aluden a lo malhablada que era y de cómo se expresaba con palabras malsonantes en sus cartas.

La relación con su padre fue muy conflictiva. No se aguantaban. Su padre, al parecer, era muy mujeriego y Ana no podía soportar que estando ella y su madre, metiera a sus amantes en casa. La Princesa era hija única y por tanto heredera de la fortuna familiar. Para intentar evitar que esto ocurriera, nada más quedarse viudo, su padre volvió a casarse con una muchacha mucho más joven con el único propósito de tener un hijo y poder desheredar a Ana. Como venganza, ella se dedicó a propagar por la Corte el rumor de que su padre había fallecido, lo que encolerizó a su padre que dejó de cobrar algunas  rentas porque sus deudos le creían muerto.

Sin embargo, el enigma que queda por resolver, y posiblemente nunca se resuelva, es por qué Felipe II fue tan duro con ella, mucho más que con Antonio Pérez, y por qué nunca la perdonó.
Todo lo anterior es sólo un aperitivo de lo que aparecerá en la biografía que está preparando Trevor Dadson y que será una obra que, finalmente, estará a la altura de Doña Ana de Mendoza.

lunes, 24 de enero de 2011

A la pesca del legajo

Siempre he pensado que ir al archivo es como salir de pesca: hay días que echas las redes y vuelves a casa con kilos y kilos de pescado y otros en los que, después de haber estado horas y horas a la espera de una buena captura, regresas de vacío. Claro que mi afición a la pesca también me ha hecho darme cuenta de que no es lo mismo lanzar la red y tirar de ella que ir pertrechado con una simple caña. No es lo mismo ir a sardinas que a por bonito del Norte. Para alguien que como yo se dedica a temas de historia de la diplomacia y las relaciones internacionales, sumergirse, por ejemplo, en los papeles de Estado de Simancas es una maravilla: series y series completas de consultas con precisas informaciones de los embajadores en París, Londres o Roma que llegan a su destino semanalmente. Cuando estoy ahí siempre pienso en las redes y también en que el trabajo es entretenido y aparentemente sencillo y que volveré a casa cargado de notas. Sin embargo, sé que mientras me aplico a la sardina en el mar, las truchas se esconden en los fríos ríos de la sierra y que para atraparlas no hay red que valga. Una buena pieza, también para nosotros historiadores, es como una trucha. Hay que trabajarla. Subir el curso del río contracorriente, saltar de piedra en piedra, mojarse (ya se sabe, el que quiera peces...) y lanzar y recoger mil veces la cucharilla. Las truchas  se esconden en las sombras, en las aguas frías y se alimentan de insectos que caen al agua. La cucharilla es la fórmula para atraparla pero sé que si lanzo la caña en un remanso lleno de gente, donde acuden todos, no tendré recompensa. Si, en cambio, me adentro en zonas inhóspitas y poco exploradas es probable que obtengan un buen trofeo y el reconocimiento de mis compañeros pescadores. La satisfacción será mayor con la captura de un raro ejemplar que con la red llena de comunes peces y quién sabe si habré incluso descubierto un buen caladero. Esa es la pesca del legajo. Las series documentales son magníficas y esenciales pero las truchas distinguen a los buenos investigadores.


Eso sí, un último consejo: de nada servirá disponer de la mejor materia prima si no la sabemos cocinar y acompañarla de una rica guarnición. Lo que se encuentra en el archivo no vale con sacarlo de ahí y citarlo y volverlo a citar. Hace falta reflexión, bibliografía y más reflexión. Yo, por ahora, estoy en ello aunque no sé si habré alcanzado ya el grado de cocinillas.

miércoles, 19 de enero de 2011

Mujeres travestidas

Maria van Antwerpen nació en la guarnición de Breda en 1719. Se quedó huérfana a los 12 años y tuvo que empezar a trabajar como criada para diferentes patrones. A la edad de 27 años se alistó en el ejército como soldado bajo el nombre de Jan van Ant, y un año más tarde contrajo matrimonio con una mujer que, según la documentación, desconocía su verdadero sexo. Cuando en 1751 la guarnición a la que pertenecía se acuarteló en Breda fue reconocida, delatada y juzgada. El arresto fue un gran escándalo y Maria condenada al exilio. Años después en Gouda, adonde se había trasladado a vivir, fue persuadida por otra mujer para que se casase con ella. La ceremonia se celebró en 1762 y Maria volvió al ejército, esta vez bajo el nombre de Machiel van Antwerpen. Tampoco en esta oportunidad tuvo éxito y en 1769 en una visita a Gouda, de nuevo alguien la reconoció y la denunció. El 23 de febrero de 1769 un tribunal la condenó por "fraude flagrante y mayúsculo al falsear su nombre y calidad" y "burlar las leyes humanas y divinas del matrimonio". Desterrada nuevamente, su pista se pierde hasta 1781 fecha de su muerte en Breda.

Este caso no era extraordinario en la época, aunque sí contar con tanta información, y es que en Europa desde la Edad Media existió una tradición de travestismo femenino que se dio, fundamentalmente, en el noroeste. En la Monarquía Hispánica se conoce el caso de Catalina de Erauso, la monja alférez, pero no fue un fenómeno tan extendido como en el norte del continente.

Catalina de Erauso
Los casos mejor estudiados son los de Inglaterra y los Países Bajos, para los que se cuenta con más de 110 casos desde el siglo XVI al XVIII. Casi todas las mujeres pertenecían a clases bajas y habían sufrido el desarraigo familiar. No todas eran lesbianas ni los motivos sexuales fueron los únicos que les llevaron a adoptar apariencia masculina. Algunas mantuvieron el engaño tan sólo unos meses o unas semanas, otras durante años, otras durante toda su vida.

La diferencia entre hombre y mujer es la más básica. Se forma en la primera infancia y, por tanto, es uno de los aspectos más arraigados en la identidad de una persona. Un cambio de sexo es, por tanto, una decisión muy drástica. 
 
¿Qué razones llevaron a estas mujeres a vestirse como hombres?

En la Edad Moderna había varias situaciones en las que las mujeres podían adoptar apariencia masculina como parte de una costumbre. Los ejemplos más claros son los carnavales, los viajes (por cuestiones de seguridad), los disturbios y las huidas (en casos de maltrato, por ejemplo).

Pero estos casos no suponen un travestismo real, sino más bien un disfraz útil en una determinada situación, ya que era temporal y no había intención de engañar. Se trataba, sin embargo, de una práctica muy extendida.

Más interesantes son los casos de mujeres que hicieron permanente su apariencia masculina. Pero este paso, adoptar permanentemente la apariencia de hombre, fue más fácil de dar para ellas gracias a la existencia de esa tradición del "disfraz".

Los motivos de las mujeres que adoptaban una identidad masculina eran siempre complejos y no obedecían a una sóla razón pero sí se repite una serie de motivos que tenían más o menos peso en cada caso y son: seguir a un familiar o amante, el patriotismo y la pobreza.

Se conocen varios casos de mujeres holandesas que se embarcaron hacia las Indias Orientales para reunirse con sus maridos trasladados allí. Algunas lo consiguieron y otras fueron descubiertas durante la travesía, ya que en un barco, los marineros no gozaban de mucha intimidad y era fácil que el engaño saliera a la luz.

Hubo mujeres que esgrimieron el patriotismo como justificación para travestirse, no en vano los momentos de guerra son en los que se dan más casos. El amor a la patria y el deseo de defenderla como soldado llevó a muchas mujeres a adoptar apariencia masculina y alistarse en el ejército. Es más, algunas, a pesar de ser descubiertas fueron tratadas como heroínas. En el Antiguo régimen una manera de elogiar a una mujer era, precisamente, calificarla como "varonil". Así que, cuando una mujer contaba con "cualidades masculinas", más valoradas que las femeninas, era motivo de elogio por su excepcionalidad.
Geertruid ter Brugge, del cuerpo de Dragones, 1700

Pero también hubo casos en los que el motivo patriótico se volvió en contra de las mujeres en sus juicios porque salían a la luz motivos menos "elevados". Tal es el caso de Maria van Spanje que alegó haberse embarcado por el "anhelo de servir al país como marinero", pero que vio cómo se debilitaba su argumento cuando se descubrió que se había alistado en más de una ocasión embolsándose una buena cantidad de dinero cada vez.
Precisamente la falta de dinero, la pobreza, fue otro de los motivos que llevaron al travestismo. Cuando un hombre caía en la indigencia tenía la posibilidad de entrar en el ejército, pero la alternativa para la mujer solía ser la prostitución, menos segura y más despreciada por la sociedad. Para mujeres que se encontraban en situaciones de necesidad el conocimiento de que había habido otras que habían tomado el camino del travestismo y que habían tenido éxito fue un estímulo para seguir ese método también.                              

Además de todo esto, existía un componente psicológico más difícil de rastrear en la documentación. En la Edad Moderna sólo había una orientación y práctica sexual aceptada y era la heterosexual. Por tanto, para una mujer era prácticamente imposible pensarse a sí misma como lesbiana y no entrar en un conflicto profundo. El travestismo dotaba a estas mujeres de la "libertad psíquica" necesaria para tener relaciones amorosas con otras mujeres.

A pesar de la pluralidad de los motivos, todas ellas sabían que había habido otras mujeres antes que ellas, que pertenecían a una tradición común, que fue desapareciendo paulatinamente hasta casi extinguirse a principios del siglo XIX.

Información extraída de: Dekker, R. y van de POl, L., La doncella quiso ser marinero. Travestismo femenino en Europa (siglos XVI-XVIII), Madrid, siglo XXI, 2006.

domingo, 16 de enero de 2011

Kapuściński en Angola

La Revolución de los Claveles, que dio comienzo el 25 de abril de 1974 a las 0:25 horas cuando Radio Renascença transmitió desde sus estudios la canción Grândola, Vila Morena interpretada por Zeca Afonso, acabó con más de cuarenta años de régimen salazarista. Sin embargo, desde una perspectiva global, la principal consecuencia de este movimiento revolucionario no se circunscribió al llamado Portugal continental. El acceso de las colonias lusas de Ultramar, en guerra con la metrópoli desde 1961, a la independencia constituyó el hecho fundamental del proceso. A partir de entonces la marcha de los portugueses de sus posesiones en África fue escasamente planificada y contó, en el caso de Angola, con el telón de fondo de una guerra civil antes de que se produjese el traspaso formal de poderes entre el viejo colonizador y los antiguos colonizados que se prolongó durante años. El Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), de ideología marxista leninista; el Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA), de corte derechista y prooccidental; y la la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), una excisión del anterior, fueron los grupos protagonistas del conflicto.

El polaco Ryszard Kapuściński, uno de los periodistas más célebres del siglo XX, fue testigo de excepción de la descolonización y el comienzo de la guerra. Sus impresiones fueron plasmadas en la obra Un día más con vida, considerado como el más personal y literario de sus libros. En él describía a la Luanda que los portugueses dejaban como una ciudad que fenecía lentamente, “como muere un oasis cuyos pozos se han secado” y se asombraba de cómo sus residentes construían una nueva urbe de cajas que poco a poco se trasladaba en barcos a Lisboa, Brasil o Sudáfrica, los tres centros que iban a acoger a los habitantes de la capital de Angola.

Kapuściński en compañía de varios soldados angoleños
Más tarde, cuando ya no quedaba nadie en la ciudad nuestro autor decidió ir al frente  y rechazó abandonar el país en un avión como hacían todos. Su innata curiosidad por saber qué estaba sucediendo allí le empujaba a permanecer en aquella tierra de nadie. Se topó con una guerra extraña en la que resultaba difícil distinguir al enemigo porque todos vestían (o directamente no tenían con que vestir) iguales. En los controles que poblaban las carreteras del país ese problema se hacía aún más palpable y los compañeros del periodista saludaban con un trabado e irreconocible camarada con el deseo de que fuera correspondido por los suyos o que, en el caso de tratarse de los enemigos, pudiese confundirse con un irmão, el saludo que ellos acostumbraban a utilizar.

El testimonio de Kapuściński es esencial para comprender las guerras civiles que siguieron a la descolonización en tantos países africanos. La noción del tiempo, tan distinta a la occidental, queda reflejada en el relato con pulcra rigurosidad y la sensación del carácter efímero de la vida angustia en cada página al lector. Kapuściński vivió durante meses con esa horrible certidumbre, los angoleños hicieron de Un día más con vida su letanía cotidiana hasta 2003 en que por fin se alcanzó la paz.

martes, 11 de enero de 2011

Comer con las manos

La Historia de la vida cotidiana, aunque denostada por muchos que piensan que no se dedica a temas "importantes", es una de las tendencias historiográficas que mayor vitalidad tienen en nuestros días. A mi, personalmente, me interesa mucho y por eso dedicaré parte de este blog a darla a conocer. Saber cómo vivían nuestros antepasados es fundamental para tener una idea, lo más aproximada posible, de la realidad y no quedarnos en la historia que sólo se dedica a hablar de alta política, economía y  vida de reyes, que siendo importantísima, no refleja la vida de la mayoría de la población.

Una historiadora que se dedica a estos temas y que recomiendo calurosamente es Raffaela Sarti, de cuya obra ya me serví aquí, y que hoy vuelvo a recuperar para hablar de los hábitos en la mesa.La aparición del uso de los cubiertos significó un cambio importante en la relación de los occidentales con la comida, ya que no es lo mismo comer un filete con cuchillo y tenedor que lanzarse a comerlo con las manos. El uso de cubiertos, significa, sobre todo, una señal de civilización, en cuanto control de los impulsos primarios, animales.

La cuchara era ya conocida en Egipto. En Roma había al menos dos tipos, que se usaban dependiendo de que se comiese con ella: la cochlear, que tenía forma de concha se utilizaba para comer moluscos, tomar medicinas o huevos y la ligula, plana en forma de hoja, para pinchar los trozos de comida, por lo que, en realidad, sería más un antecedente del tenedor.

Ya en la Edad Media se usaban cucharas además de metal, de madera y por supuesto, en las mesas más distinguidas, de oro y plata. Con el paso del tiempo su uso se fue generalizando entre la población y fueron surgiendo más modelos en más materiales.

El cuchillo, como instrumento para cortar, tiene una larguísima historia, pero no tanto si hablamos de un cuchillo pequeño pensado exclusivamente para usar en la mesa. Parece ser una aportación de los "bárbaros" que lo introdujeron en el Imperio Romano. Durante la belicosa Edad Media se limitó el uso del cuchillo doméstico en la mesa, ya que podía resultar intimidatorio, y fue a partir del Renacimiento, cuando empezó a verse poco fino pinchar la comida con la punta para llevársela a la boca, cuando se empezó a usar  uno de punta redonda para cortar y de la función de pinchar se encargó el tenedor.
 
  Los romanos usaban trinchantes y útiles tipo tenedor pero sobre todo en la cocina, no en la mesa. Los tenedores, como tales, tienen su origen en Bizancio, donde aparecen alrededor de los siglos X y XI. En la Europa occidental, se comía con las manos y se usó muy poco durante la Edad Media por una razón unida precisamente a su origen bizantino. Y es que durante ese periodo el Cisma entre la Iglesia de Roma y la Iglesia Ortodoxa provocó una fuerte tensión entre ambas, por lo que el clero romano veía en el tenedor una especie de símbolo del demonio. De nuevo fue el Renacimiento y su gusto por el refinamiento, el responsable de la adopción del tenedor en las mesas de Italia y posteriormente del resto de Europa Occidental aunque de manera lenta y con grandes diferencias regionales.

Al margen de lo anecdótico de estos datos, lo cierto es que conocer de qué manera se llevaba a cabo el acto de la comida es indispensable para conocer cómo era la sociedad, ya que en la mesa se expresaban las principales relaciones sociales.Formar parte de una familia y comer juntos estuvo indisolublemente unido durante mucho tiempo, de tal forma que, por ejemplo, en el mundo católico donde no existía el divorcio, estaba estipulado que los cónyuges pudieran separarse "de hecho" estableciendo una segregación "de mesa, cama y casa". O también, una de las maneras de demostrar la existencia de una relación entre un hombre y una mujer que no estaban casados era la evidencia de que "comían juntos".

La mesa era también el lugar donde se marcaba la jerarquía social, sexual y genracional. En varias zonas de Europa durante la Edad Moderna, por ejemplo en ciertas áreas del norte de Italia, los hombres comían sentados y las mujeres y los niños de pie. Lo que servía para marcar la jerarquía dentro de la familia.Otra investigación hecha en Alemania, nos muestra la coexistencia de diferentes maneras de "sentarse a la mesa". Una de ellas es la ya mencionada, pero también hay ejemplos en los que todos los miembros se sentaban en la mesa ordenados según su "rango". El cabeza de familia en la cabecera, los hombres a un lado y las mujeres a otro, de modo que los hijos varones y los criados más importantes estuvieran más cerca del padre de familia. En otra variante, la más reciente, los miembros de la familia se sentaban en una mesa y los criados en otra aparte que podía estar en otro cuarto.

En fin, numerosos ejemplos que demuestran que, en las sociedades del Antiguo Régimen donde la jerarquía social era fundamental para el mantenimiento del sistema, el acto cotidiano de la comida era un instrumento más de ejemplificar, de escenificar el lugar que cada uno ocupaba en la sociedad. ¿Y usted dónde se sienta en la mesa?

sábado, 8 de enero de 2011

Haití: de terremotos, independencias y ocupaciones

2010 fue un año trágico para Haití, el país más pobre de América. Un terremoto con una magnitud de 7.0 grados en las proximidades de Puerto Príncipe, la capital del país, acabó con la vida de casi 200.000 personas el día 12 de enero y provocó una situación de indefensión para los supervivientes que, a menudo, se vieron envueltos en acciones de pillaje movidos por la desesperación. El sismo agravó las ya de por sí precarias condiciones de vida de los haitianos y sumió a sus habitantes en el caos.

Sin embargo, a pesar de las dificultades a las que se enfrentaron los habitantes de la isla antes y después del terremoto, hubo un tiempo, a comienzos del siglo XIX, en que el país se contaba entre los más avanzadaos del continente. En manos francesas desde el Tratado de Ryswick de 1697, a finales del XVII los numerosos esclavos negros que poblaban el territorio iniciaron, con el apoyo de blancos pobres y algunos terratenientes, una revuelta contra el gobierno de la metrópoli que culminó en 1803 con la independencia y la subida al poder de Dessalines, un esclavo negro nacido en una de las numerosas plantaciones del norte. La redención convirtió a Haití  en la primera colonia que conseguía la independencia en América latina y sus apoyos a la causa de Bolívar para extender la libertad al resto de los territorios del continente le valió el reconocimiento de algunos de los redimidos, pero también que Francia, España o Estados Unidos se negasen a reconocer su estatus. Así, la del XIX fue una centuria condenada a la inestabilidad política que condujo a la ocupación norteamericana de Haití en 1915 para garantizar el buen funcionamiento de la azucarera Haitian American Sugar Company, que se prolongaría durante casi veinte años.

El terremoto ha provocado una oleada de solidaridad internacional en forma de alimentos, dinero y medicinas, pero también una presencia masiva de tropas estadounidenses en la isla que ha provocado polémicas. El 18 de enero de 2010, Alain Joyandet, secretario de Estado de Cooperación francés, ya advertía de que “se trata de ayudar a Haití, no de ocupar Haití”. Un año después los americanos siguen controlando el país. Quizás tengan que pasar dos décadas para que la situación se normalice.

martes, 4 de enero de 2011

Identidades Asesinas

Amin Maalouf es un escritor nacido en Líbano que desde 1976 reside en Francia. Es Premio Príncipe de Asturias 2010. En su calidad de emigrante ha dedicado buena parte de su obra a reflexionar sobre la identidad. Además de numerosas novelas históricas como Samarcanda, León el Africano o Las escalas de Levante, ha escrito la obra de ensayo Identidades Asesinas. En este pequeño libro, el autor reflexiona sobre los conflictos que el hombre ha desencadenado en nombre de una lengua, una religión o una etnia y qué papel ha jugado la identidad en cada uno de ellos. Es una obra que da para varias entradas, de hecho, seguramente volveremos a él en el futuro.

El libro comienza haciendo alusión a la propia experiencia del autor, que a lo largo de los años ha tenido que responder a la pregunta: ¿Qué te sientes más: francés o libanés? Él responde que por una parte ha nacido en Líbano, el árabe es su lengua materna, allí pertenecen sus recuerdos de infancia y que por tanto no puede renunciar a esa parte de sí mismo, pero que lleva 22 años viviendo en Francia y la lengua francesa es en la que escribe su obra, así que también siente como suya esa tierra. Su identidad, única, es una mezcla de dos mundos, varias lenguas, tradiciones y culturas. 
 
La gente parece quedar muy satisfecha con esa explicación, pero acto seguido, se acercan y le preguntan: eso está muy bien, pero EN EL FONDO, ¿Qué te sientes más?
En palabras del autor: "Durante mucho tiempo esa pregunta me hacía sonreir. Ya no, pues me parece que revela una visión de los seres humanos que está muy extendida y que a mi juicio es peligrosa. Cuando me preguntan qué soy en el fondo de mi mismo, están suponiendo que en cada persona hay solo una pertenencia que importe".



Maalouf denuncia que, en la actualidad, a las personas se les impele a definirse a sí mismos con esa supuesta "única identidad" que suele coincidir con una religión, una etnia, una lengua y mostrarla con orgullo frente a los demás. Los que defienden una identidad más compleja se ven marginados. Expone el ejemplo de un joven nacido en Francia pero de padres argelinos. Está claro que comparte dos pertenencias muy claras (sin entrar en religión, orientación sexual, lengua, etc.). Esta realidad, debería ser para él enriquecedora, si pudiera vivirla con serenidad, pero en el momento en el que debe elegir cómo se siente EN EL FONDO: "Si cada vez que se confiesa francés hay quienes lo miran como un traidor, como un renegado incluso, y si cada vez que manifiesta lo que le une a Argelia, a su historia, a su cultura y su religión es blanco de la incomprensión, la desconfianza y el recelo", aparece el conflicto de identidad.

Es sólo un ejemplo, pero para el autor estos conflictos de identidad no son en absolutos insignificantes, puesto que en nombre de la identidad se han cometido algunas de las más terribles masacres de la Historia.
¿Qué es lo innato en la identidad de una persona? Si a un bebé recién nacido se le lleva a otro lugar del mundo y crece y se desarrolla allí, no tendría ningún recuerdo ni ningún sentimiento de pertenencia a su etnia, religión o lengua natal. "Por tanto lo que determina que una persona pertenezca a un grupo es esencialmente la influencia de los demás; la influencia de los seres cercanos (familiares, compatriotas, correligionarios) que quieren apropiarse de ella, y la influencia de los contrarios, que tratan de excluirla". La identidad se va construyendo poco a poco a base de elecciones, imposiciones y renuncias, y también por medio de las heridas en el orgullo que se van sufriendo a lo largo de la vida por cualquier cuestión relativa a la identidad. 
 
"Cuando alguien ha sufrido vejaciones por su religión, cuando ha sido víctima de humillaciones y burlas por el color de su piel o por su acento, o por vestir harapos, no lo olvida nunca".

Las personas suelen sentirse, además, más apegadas a la parte de su identidad que sienten más atacada. Cuando es una comunidad y no sólo una persona la que se siente herida, inevitablemente surgen cabecillas que instan a la venganza, a exigir respeto o a utilizar métodos extemos para reivindicar su identidad. En ese momento puede estallar una guerra. "Porque pase lo que pase los OTROS se lo han merecido y NOSOTROS no olvidaremos todo lo que hemos tenido que soportar". Los ejemplos son tantos a lo largo de la historia que seguro que les vienen a la cabeza muchos ejemplos, en toda época y lugar. Desde la barbarie nazi, al genocidio de Ruanda o la guerra de la ex yugoslavia (por mencionar conflictos recientes).

No son casos aislados. "El mundo está lleno de comunidades heridas, que aún hoy sufren persecuciones o que guardan el recuerdo de antiguos padecimientos, y que sueñan con obtener venganza. No podemos seguir siendo insensibles a su calvario, no podemos por menos de apoyarlas en su deso de hablar en libertad su lengua, de practicar sin temor su religión o de conservar sus tradiciones. Pero de esa comprensión derivamos a veces hacia la INDULGENCIA. A los que han sufrido la arrogancia colonial, el racismo, la xenofobia, les perdonamos los excesos de su propio arrogancia nacional, de su propio racismo y de su propia xenofobia, y precisamente por eso nos olvidamos de la suerte de sus víctimas, al menos hasta que corren ríos de sangre."

No hay que irse, sin embargo, a situaciones tan extremas para observar este fenómeno. En el mundo hay muchos lugares donde existen tensiones de este tipo: quebequenses y angloparlantes en Canadá, valones y flamencos en Bélgica, griegos y turcos, chinos y malayos, inmigrados y población local...
Pero también en todas las comunidades hay personas que poseen una identidad compuesta, personas "fronterizas", como el joven francés del ejemplo. Esas personas tendrían que poder ser un enlace entre ambas comunidades, ya que si por el contrario no pueden vivir su complejidad en libertad figurarán entre las filas de los más violentos que "matan" por su identidad o por hacer desparecer esa parte de ellos mismo que han llegado a odiar.

En la sociedad actual donde el fenómeno de la inmigración es una realidad de dimensiones hasta ahora nunca conocidas, este tipo de reflexiones son más necesarias que nunca. Para reducir los conflictos la palabra clave en opinión del autor es "RECIPROCIDAD". Si el inmigrado siente que su nuevo país le pertenece que las leyes son las suyas, que forma parte de él, podrá criticar lo que no le guste. Si ese país le acepta con sus singularidades, como miembro de pleno derecho, entonces podrá rechazar aspectos de la cultura que sean incompatibles con sus leyes y sus principios. 
 
"El derecho a criticar al otro se gana, se merece."
"Para ir con decisión en busca del otro, hay que tener los brazos abiertos y la cabeza alta, y la única forma de tener los brazos abiertos es tener la cabeza alta. Si a cada paso que da una persona siente que está traicionando a los suyos, que está renegando de sí misma, el acercamiento estará viciado; si aquel cuya lengua estoy estudiando no respeta la mía, hablar su lengua deja de ser un gesto de apertura y se convierte en un acto de vasallaje y sumisión".

En el vídeo una entrevista a Amin Maalouf en Euronews en el que explica algunas de las ideas que hemos expuesto.