Si en el post anterior hablábamos del trabajo en el archivo de manera metafórica, hoy les ofrecemos un ejemplo de cómo se hace HISTORIA.
Esta semana he asistido a un seminario impartido por el profesor Trevor Dadson del Queen Mary de Londres en el que nos ofreció las últimas novedades de su investigación y que yo escuetamente les voy a transmitir.
Por tanto, la información que aparece en este post es inédita.
El profesor Dadson comenzó hace más de 30 años a estudiar la poesía de Diego de Silva, un poeta del Siglo de Oro español. Diego era el hijo favorito de la Princesa de Éboli. A partir del estudio de su poesía, se fue interesando además por su vida, y buscando en Archivo Histórico Nacional (AHN) información sobre Diego, encontró, por casualidad, en el fondo Osuna (que, para los que no lo sepan, es un fondo compuesto por unos 9000 legajos poco o mal catalogados, o sea, inabarcable e imposible de trabajar sistemáticamente) 2 memoriales desconocidos de la Princesa de Éboli y comenzó a interesarse más por ella.
Más adelante hablando con una colega, se dieron cuenta de que ambos tenían mucha información sobre Doña Ana de Mendoza que estaba inédita y de ahí nació el proyecto de publicar todos los documentos que llevasen la firma de la Princesa. No los que hablasen de ella, sino los que ella misma escribió o los que mandó redactar y firmó de su puño y letra.
Al comienzo de la investigación se conocían unos 47 documentos entre cartas y documentos notariales. Hoy la cifra se eleva a 420.
La búsqueda por diferentes archivos y bibliotecas ha sido titánica, y aún quedan cartas que se sabe que existen pero no se sabe dónde están. En cualquier caso el resultado es fabuloso.
De una cifra ínfima a una ingente. Y lo que es más importante: cambia sustancialmente la imagen que se tenía de ella. Así se hace la historia.
La Princesa de Éboli, Doña Ana de Mendoza 1540-1592 (más datos de la imagen tradicional aquí) pertenecía a una de las familias más importantes de la Castilla del siglo XVI. Muy joven se casó con Ruy Gomez de Silva y tuvo seis hijos. Era muy guapa y muy culta, y su rasgo característico era el parche que llevaba en su ojo derecho, que perdió o se dañó de niña.
Hasta la muerte de su marido se puede decir que su vida transcurrió apaciblemente, pero al quedarse viuda con seis hijos las cosas cambiaron radicalmente para ella. Tuvo que defender su posición y la de sus hijos de los que querían, aprovechando la debilidad jurídica y social de una mujer sola, hacerla a un lado.
Pero la Princesa es conocida por su supuesto affaire con Antonio Pérez, secretario de Felipe II y su supuesta participación en la muerte de Juan Escobedo, tema del que hablamos aquí. Fue encarcelada en 1579 por orden de Felipe II, que actuó contra ella con una dureza inusitada y vivió recluida para el resto de su vida.
La literatura, el cine y la televisión se han ocupado de su figura, pero distorsionando la realidad o apegándose a clichés trasnochados. El último ejemplo es la miniserie que Antena 3 le dedicó, donde el rigor era tan escaso que aparecía con el parche en su ojo izquierdo en lugar de en el derecho.
Ana de Mendoza por Sofonisba Anguissola |
Belén Rueda en la serie de Antena 3 |
Con la nueva información que aporta Trevor Dadson, ahora sabemos que mantuvo durante muchos años una muy buena relación con Juan de Escobedo, por lo que es difícil de creer que tuviera algo que ver con su muerte. También es muy improbable que mantuviera ningún tipo de relación amorosa con Antonio Pérez, ya que no existe ningún documento que apoye este rumor, ni siquiera sus múltiples enemigos hicieron nunca referencia a ello.
Fue una excelente administradora de sus bienes y de los bienes de sus hijos. A pesar de que al quedarse viuda no tenía ni idea de llevar las cuentas, fue aprendiendo poco a poco y movió adecuadamente su dinero para no caer en la ruina.
Doña Ana a través de sus cartas se muestra como una mujer muy orgullosa, muy consciente de la grandeza de ser una Mendoza y con un carácter muy fuerte.
Existen documentos que aluden a lo malhablada que era y de cómo se expresaba con palabras malsonantes en sus cartas.
La relación con su padre fue muy conflictiva. No se aguantaban. Su padre, al parecer, era muy mujeriego y Ana no podía soportar que estando ella y su madre, metiera a sus amantes en casa. La Princesa era hija única y por tanto heredera de la fortuna familiar. Para intentar evitar que esto ocurriera, nada más quedarse viudo, su padre volvió a casarse con una muchacha mucho más joven con el único propósito de tener un hijo y poder desheredar a Ana. Como venganza, ella se dedicó a propagar por la Corte el rumor de que su padre había fallecido, lo que encolerizó a su padre que dejó de cobrar algunas rentas porque sus deudos le creían muerto.
Sin embargo, el enigma que queda por resolver, y posiblemente nunca se resuelva, es por qué Felipe II fue tan duro con ella, mucho más que con Antonio Pérez, y por qué nunca la perdonó.
Todo lo anterior es sólo un aperitivo de lo que aparecerá en la biografía que está preparando Trevor Dadson y que será una obra que, finalmente, estará a la altura de Doña Ana de Mendoza.