lunes, 6 de junio de 2011

El diccionario de la RAEH

En los últimos días hemos asistido a la polemica que han suscitado algunas entradas del nuevo diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia. Se han alzado muchas voces y se han vertido muchas opiniones al respecto, por eso hoy vamos a tratar el asunto aquí.

Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de analizar la supuesta objetividad o imparcialidad de los historiadores es que, citando a Marc Bloch "los hombres se parecen más a su tiempo que a sus padres". Aplicado al tema que nos ocupa, podemos afirmar que nadie puede sustraerse completamente al punto de vista en el que le situa el momento histórico en el que vive, sus vivencias o sus creencias. Todos arrastramos ese equipaje a la hora de interpretar los hechos cuando investigamos y elaboramos las obras históricas. Ahora bien, que no podamos "desprendernos" al cien por cien de esos factores no implica que debamos interpretar tendenciosamente e intencionadamente los hechos. Eso es desvirtuar la historia, utilizarla para apoyar nuestra ideología o manipular la opinión pública. No es nada nuevo, ha ocurrido, ocurre y ocurrirá, pero el retorcer la documentación para que se adapte a nuestras hipótesis es hacer mal historia.

Siguiendo de nuevo a Bloch en su "Introducción a la Historia" al hablar de la imparcialidad dice:
"Existen dos maneras de ser imparcial: la del sabio y la del juez. Tienen una raíz común, que es la honrada sumisión a la verdad. El sabio registra, o, aun mejor, provoca la experiencia que tal vez arruine sus más caras teorías. Sea cual sea el secreto anhelo de su corazón, el buen juez interroga a los testigos sin otra preocupación que la de conocer los hechos tal como fueron. Eso es, de ambos lados, una obligación de conciencia que no se discute. Sin embargo, llega un momento en que ambos caminos se separan. Cuando el sabio ha observado y explicado su tarea acaba. Al juez, en cambio, le falta todavía dictar sentencia. [...] Durante mucho tiempo el historiador pasó por ser una especie de juez de los Infiernos, encargado de distribuir elogios o censuras a los héroes muertos."
Dicho lo cual, existen excelentes historidores de todas las ideologías. No es de eso de lo que depende su rigurosidad, sino de ser capaces de ser imparciales a la manera del sabio. Lo contrario, ser jueces, ocurre también en todas las ideologías, pero es especialmente grave cuando ocurre en instituciones como la RAEH que deberían ser una referencia en el mundo académico.
En el diccionario de la Real Academia de la Lengua una de las acepciones de dictadura es: Gobierno que en un país impone su autoridad violando la legislación anteriormente vigente.
Eso es lo que hubo con Franco en España y el trabajo de muchos magníficos historiadores a lo largo del tiempo lo ha demostrado no con opiniones sino con hechos, con documentos y rigor.
La persona que redactó la entrada sobre Franco, retuerce el lenguaje para no utilizar la palabra, y eso es lo que se está reprobando. Que aparentemente, su vinculación con la Fundación Franco ha empañado la imparcialidad que se le debe exigir a su trabajo.
Aquí dejo una serie de links sobre el tema para quien quiera saber más:
Acto de Presentación del Diccionario Biográfico Español, elaborado por la Real Academia de la Historia
Agencia EFE (vídeo)
http://www.youtube.com/watch?v=jHD_F9OL6Ds
De Viriato al Letizia, un diccionario con todos los que son
El Norte de Castilla

8 comentarios:

  1. La storiografia non studia semplicemente il passato; piuttosto "crea" il passato.

    [Carlo Sini, Filosofia e scrittura, Laterza, Roma-Bari 1994, p. 96; citato in Domenico Fiormonte, Scrittura e filologia nell'era digitale, Bollati Boringhieri, Torino 2003, p. 91 nota 46]

    Inde consilium mihi pauca de Respublica et extrema tradere, mox Francii dictaturam et cetera, sine ira et studio, quorum causas procul habeo.

    [Cornelio Tacito, leggermente adattato da Abeppe]

    ResponderEliminar
  2. Espero que retiren pronto de circulación los 25 volúmenes. Me presento voluntario para quemar con fuego purificador en una buena pira en la misma plaza Mayor de Madrid -sí, como un vistoso y actualizado auto de fe, pero donde el dictamen ya no lo ordena la fe religiosa ciega, sino la mano de la Razón y la Verdadera Ciencia- esta obra de propaganda política filofranquista, o lo que es lo mismo: una obra antidemocrática, que el DBE no es una obra científica, nos ha de quedar muy claro y no dudar ni un instante...Una preguntita aguda y con toda la intención y mala saña: si se penaliza en toda Europa y en la misma España hacer "apología del nazismo" y "apología dle genocidio nazi", ¿por qué co**nes no se penaliza en España que se haga "apología del franquismo"?, que alguien me lo explique y luego tenga el valor de defender nuestra democracia y equipararla a la francesa, o la alemana, o la inglesa o la italiana. Tenéis que admitir que esto no es lógico, no es racional, y que obviamente y aunque nos pese a todos los de la profesión el conocimiento histórico no está normalizado en España, y esta carencia se manifiesta en demasiados aspectos...35 años, 35, ni que aquí fuéramos tontitos o anormales, considero que no lo somos...A ver cuándo veo una campaña en España para penalizar la "apología del franquismo" (y de la represión franquista, o genocidio español)". Luis, UB.

    ResponderEliminar
  3. Es vergonzoso que se haya financiado con subvención del gobierno de España, 600 millones de euros nada más ni nada menos, para semejante majaderia.

    ResponderEliminar
  4. No es el único caso, hay otras instituciones filofranquistas en el país que investigan la historia...Y lo peor: todos los investigadores en Hsitoria conocemos profesores universitarios, no muchos, pero significativos y salpicados por casi todas las universidades y facultades de Historia, que difunden una versión del pasado reciente tipo DBE, una versión manipulada de la historia, contraria a los valores democráticos y partidaria del franquismo. Hay que hacer limpieza cuanto antes, también en las universidades.

    ResponderEliminar
  5. "Las universidades titulan, pero no desasnan", decía el gran Francisco de Quevedo -un intelectual presumiblemente independiente políticamente, claro, como todos los genios-, sobre todo las universidades españolas...Hay demasiado burro ignorante que es profesor de nuestras universidades -peculiarmente, en nuestras universidades al lado de gente muy brillante hay gente de una mediocridad o incluso falta de inteligencia y preparación académica verdaderamente apabullantes-, desde luego es claro que no atinan mucho en los sistemas de selección de investigadores. Y no sólo hablo de ejemplos flagrantes como Suárez Fernández, Gonzalo Anes, o podría ser que hasta Ferran Gallego (UAB) forme parte de este selecto grupo, sino de tantos otros apologetas de la dictadura o del nazismo o profesores que no utilizan metodologías científicas en sus investigaciones. Los historiadores tenemos la obligación de observar, investigar y si es necesario denunciar a estos "profesionales". Ahí va una propuesta: Algunos historiadores estamos elaborando listas de profesores universitarios sospechosos de: 1)hacer apología del franquismo o del genocidio nazi, 2)de utilizar una metodología poco o nada científica en la investigación, para observarlos en sus actividades... Sabemos que pueden caer muchísimos, como moscas, pero bueno, es que queremos una universidad democrática de verdad y europea, de calidad.

    ResponderEliminar
  6. Cuantos mediocres y amargados, frustrados y resentidos hay por aquí, escribiendo comentarios...Luis Suárez Fernández, Gonzalo Anes (RAH)

    ResponderEliminar
  7. Por lo visto hay un mediocre, amargado, frustrado y resentido que lo dice de si mismo.

    ResponderEliminar
  8. Para mi lo más preocupante de todo es que sólo se hable de Historia en los medios por cosas como estas.
    Somos muchos los que de manera casi gratuita trabajamos generando conocimiento y los medios no dicen ni una palabra de esto.
    Arena de otro costal es la RAH. No digo que deba desaparecer, pero sí adaptarse a los tiempos de manera urgente. Lo que quedó claro con la polémica es que los políticos no sabían casi ni que había una RAH.
    A mi no me preocupa tanto el diccionario como el total abandono en que nos encontramos.

    ResponderEliminar