No creo que Bradley Manning, el joven militar norteamericano que desde su base en Bagdad filtró al sitio WikiLeaks el video de un helicóptero estadounidense disparando contra varios iraquíes y, sobre todo, los cables enviados a Washington desde medio mundo por las embajadas estadounidenses, conociese la historia de Antonio Pérez, el secretario de Felipe II. Pero de haberla conocido habría encontrado curiosas analogías entre el español y su persona. Pese a que en una escala de poder la diferencia de cargos entre uno y otro –aquél era un simple soldado y éste, la mano derecha del hombre más poderoso de Occidente en el siglo XVI- son insalvables, ambos tienen en común haber puesto en jaque a las grandes potencias de su tiempo ante la opinión pública.
Antonio Pérez |
La historia de Antonio Pérez es de película. Siguiendo los pasos de su padre, llegó a secretario de Estado en 1567, tras catorce años al servicio particular de Felipe II, y a partir de entonces ejerció una influencia inmensa sobre las decisiones del monarca. El rey solía guiarse ciegamente de sus consejos y esa proximidad con el Habsburgo acabó por granjearle enemigos en la corte. Uno de esos rivales era Juan de Austria y cuando éste envió a Madrid a Juan de Escobedo, su hombre de confianza, para recabar información sobre la política que debía seguir en Flandes, Pérez convenció a Felipe II para asesinar al emisario. Antonio Pérez discrepaba de las ideas de Juan de Austria y es probable que se valiese de las tensas relaciones del monarca con éste para presentarle como un disidente y eliminar a Escobedo. Sin embargo, más adelante los rumores sobre la implicación de Pérez en el asesinato se esparcieron por Madrid y, tras descubrir que el secretario le había mentido sobre Juan de Austria, Felipe II, temeroso de que el escándalo le pudiese salpicar, mandó detenerlo. Era 1579 y comenzaba una larga prisión que se prolongaría durante once años. La interrupción del cautiverio no fue voluntaria: Antonio Pérez se fugó con la ayuda de su mujer y se refugió en Zaragoza, donde se acogió a los fueros aragoneses. Juan de Lanuza, el justicia de Aragón, pretendió velar por los intereses del aforado ante un ejército enviado por Felipe II pero su intento le valió la muerte. Pérez huyó entonces a Francia y poco después a Inglaterra, donde sus informaciones servirían para planear el ataque contra Cádiz de 1596. Además publicaría Relaciones y Pedaços de Historia, dos obras que conocerían una increíble difusión en Europa y que servirían para dar rienda suelta a la Leyenda Negra y extenderían los tópicos sobre la arrogancia y maldad de los españoles.
Bradley Manning |
Ciertamente la trayectoria del joven Manning no es tan compleja y enrevesada. Nacido en Oklahoma de padre norteamericano y madre galesa, se alistó en el ejército de los Estados Unidos en 2007, después de haber trabajado en restaurantes y en una tienda de informática, y fue enviado a Irak dos años después. Allí –ya se conoce la historia- familiarizado con las redes SIPRNet y JWCIS, tuvo “acceso sin precedentes a redes clasificadas durante 14 horas al día, siete días a la semana, durante más de ocho meses”, según refirió vía chat a John Lamo, un reputado Hacker admirado por Manning. Lamo no cumplió con las expectativas del soldado y le denunció pero ya era tarde. Había tenido tiempo de enviar más de 250.000 documentos clasificados a la web WikiLeaks de Julian Assange. Fue detenido y la sombra de Assange ha incluso cubierto al soldado. Ahora sólo cabe preguntarse si las informaciones desveladas por Manning y difundidas por Assange acabarán convirtiéndose, como las Relaciones de Antonio Pérez, en alimento para una nueva Leyenda Negra.